Los anillos de crecimiento de los árboles tienen la capacidad de registrar información climática de su entorno. Así, su estudio, conocido con el nombre de dendroclimatología, permite fechar y analizar la frecuencia de determinados acontecimientos ambientales como los fuegos, las tormentas, las plagas, etc. con una resolución aproximada de un año. Pero la dendroclimatología no sólo permite estudiar acontecimientos puntuales sino que también aporta información sobre periodos climáticos, cambios ambientales y sobre procesos más complejos y tan difíciles de medir como la evolución del clima.
la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, primer firmante del trabajo, explica que una de las principales conclusiones del estudio "desmiente uno de los principios básicos de la dendroclimatología, ya que el trabajo demuestra que la estabilidad en el tiempo de la relación entre el clima y el crecimiento de los árboles reflejado en los anillos no es siempre cierta". Dado que las variables ambientales que determinan el crecimiento de los árboles pueden cambiar con el tiempo, las reconstrucciones del clima que se puedan hacer a partir de esta supuesta relación constante pueden ser sesgadas. La dendroclimatología establece relaciones entre series dendrocronológicas y series climáticas. De esta manera se describe que variables atmosféricas favorecen o limitan el crecimiento de los árboles en periodos concretos. Una vez se identifican estas relaciones, es posible hacer el camino inverso y valorar los fenómenos meteorológicos de épocas pasadas de los cuales no hay registros instrumentales. Aun así, con este estudio se demuestra que algunas reconstrucciones basadas en relaciones lineales entre el clima y los anillos podrían estar sesgadas.
En los árboles que crecen en las zonas templadas existen períodos definidos de crecimiento activo durante el año, por la presencia de las estaciones. Generalmente el crecimiento y el aumento en diámetros de los árboles se realiza durante la primavera y el verano y ocasionalmente en el otoño.
Durante la primavera se origina un tejido de células de paredes delgadas, lúmen amplio y color claro, llamada Madera temprana ó Madera de primavera y en el verano y otoño se forma un tejido más compacto, de paredes gruesas, lúmen más estrecho y color más oscuro llamado Madera tardía ó Madera de verano.
La alternancia de estas zonas de primavera y de verano dan la apariencia en el corte transversal de círculos concéntricos llamados anillos de crecimiento.
el año.
En la mayoría de nuestras maderas las punteaduras son simples, es decir, son agujeros libres presentes en la pared celular. Las maderas de coníferas presentan punteaduras areoladas que semejan una válvula de diafragma; a este diafragma se llama Toro y está abierto cuando la madera es de albura y está verde o en condición húmeda; y cerrado o aspirado cuando la madera forma. Parte del Duramen o está seca.
Una de las diferencias entre coníferas y latifoliadas está en que las coníferas solo tienen punteaduras areoladas en las traqueidas, la otra diferencia está en que las coníferas no tienen vasos, solamente radios, canales resiníferos y traqueidas que son más largas que en las latifoliadas y con muchas punteaduras areoladas.
Algunos factores climáticos que fueron limitadores del crecimiento de los árboles al principio del siglo XX se han sustituido por otros diferentes a lo largo de las últimas décadas, cuándo las condiciones de crecimiento han sido más restrictivas, especialmente a causa del cambio climático. Este hecho ha provocado que los árboles sincronizaran sus patrones de crecimiento, tanto con respecto a la anchura de los anillos como a la composición química.
El trabajo investigador se llevó a cabo en dos bosques diferentes del Sistema Ibérico, estudiando tres tipos de variables de los anillos de crecimiento de los árboles (el grosor y las firmas isotópicas de carbono y oxígeno estables). Este diseño permitía comparar la información que ofrecía cada una de las variables y observar las diferencias entre éstas. Además, gracias al análisis de dos especies de árboles de zonas próximas se pretendía detectar posibles diferencias interespecíficas. El trabajo ha demostrado que, efectivamente, hay diferencias entre la información que aporta cada una de las variables, y que, por lo tanto, el uso de isótopos estables podría complementar la dendroclimatología clásica basada en el estudio del grueso de los anillos.
Por lo tanto, con los resultados de este estudio se podría decir que los troncos de los árboles esconden muchas respuestas a preguntas sobre la historia climática de nuestro entorno. En este sentido, Octavi Planells afirma que "descubrir nuevas fuentes de información climática en la madera de los árboles sólo depende de la creatividad de los investigadores".
Los anillos de crecimiento han sido usados como una fuente para la documentación de las paleotemperaturas. No obstante, el ancho de los anillos de crecimiento de los pinos cambia de acuerdo con los cambios en la insolación más que con la temperatura ambiental. Los pinos son extremadamente sensibles a los altos niveles de insolación, la cual determina su distribución geográfica, colocándolos en ambientes fríos en donde la insolación usualmente no sobrepasa el 50% de la radiación solar incidente sobre la superficie. A medida que la insolación se incrementa a niveles por encima del 50%, el ensanchamiento de los anillos de crecimiento de los árboles se hace lento y se detiene. Esta respuesta fisiológica nos conduce a falsas interpretaciones de las temperaturas ambientales porque éstas aparecen homogéneas.
Por lo tanto, con los resultados de este estudio se podría decir que los troncos de los árboles esconden muchas respuestas a preguntas sobre la historia climática de nuestro entorno. En este sentido, Octavi Planells afirma que "descubrir nuevas fuentes de información climática en la madera de los árboles sólo depende de la creatividad de los investigadores".
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