domingo, 9 de septiembre de 2012

COMO DISEÑAR ESCALERAS (MEDIDAS ANTROPOMETRICAS)


No existe espacio público que funcione sin unas escaleras, cuya eficacia y utilización quedarán mermadas, de no diseñarse con la dimensión humana, más aún cuando lo que se pone en juego es la seguridad personal del usuario, este punto reviste más importancia que en el diseño de escaleras.
La escalera, como un todo, y la relación huella/contrahuella deben ser reflejo de la dimensión humana. Las normas en vigencia emplean, directa o indirectamente, como unidad de medida una dimensión de 55,9 cm (22 pulgadas), que viene a ser la anchura corporal del hombre medio, Este incremento de 55,9 cm se ha usado invariablemente durante veinticinco años, como base para determinar la anchura del paso individual.
Las relaciones huella/contrahuella también están rodeadas de innumerables reglas empíricas y fórmulas que a menudo se contradicen mutuamente. Una de estas fórmulas, con cuatrocientos años de vida, forma parte de las Normas de Edificación de la ciudad de Nueva York. No discutimos que estas fórmulas producen diseños de cierta sensatez, pero lo que realmente está en cuestión es la
calidad de los mismos. Por ejemplo, ¿cómo se puede explicar que una huella de 24,1 cm (9,5 pulgadas) acomode la planta de un pie de 35,6 cm (14 pulgadas)? ¿Cuánta superficie de contacto proporciona el diseño? ¿Qué porcentaje de población acomoda? ¿Qué cantidad de energía humana se consume al subir la escalera? Si la escalera está prevista para evacuar a las personas en caso de incendio, ¿nos podemos permitir acomodar menos del 100 % de los usuarios? La
relación huella/contrahuella, ¿refleja las necesidades de las personas de edad? Estas respuestas deben ser contrastadas, si los diseñadores quieren hacerse eco de los factores humanos implicados.
Indudablemente la proporción huella/contrahuella encierra otras muchas consideraciones, la forma de caminar, la percepción sensorial, edad y sexo.
La naturaleza del problema anula cualquier solución «perfecta», pero ello no significa que unas reglas empíricas sean ya suficientes. En los dibujos que a continuación se ofrecen, se examinan estas situaciones y se sugieren holguras y datos dimensionales ligados a la dimensión humana y al tamaño corporal, todo ello útil para elaborar bases preliminares de diseño. 

En el dibujo superior vemos la sección de una escalera mecánica a la
que se da una anchura de 121,9 cm (48 pulgadas), quedando de manifiesto que esta dimensión no es la adecuada para acomodar, en la misma huella, a dos personas de gran tamaño.
Por otra parte, la anchura en la sección superior de la escalera es de
101,6 cm (40 pulgadas), insuficiente al afectar a la estabilidad del usuario.



El movimiento de la escalera mecánica, el contacto corporal y la falta de equilibrio, considerados como un todo, suponen un riesgo evidente para la seguridad del individuo. Procede añadir a lo antedicho que no es frecuente que dos personas coincidan en el mismo escalón.
Por ello se reafirma en que la anchura estándar de 117,7 cm (44
pulgadas), basada en dos incrementos de 55,9 cm (22 pulgadas), nunca acomodará a las personas de tamaño corporal más grande. 


La holgura del pasamanos acomodará el grueso de mano mayor y sus dimensiones serán consecuencia del diámetro interior de asimiento que corresponde al usuario de menor tamaño.
Sumando a los datos del dibujo el grueso de los guantes, se demuestra que una holgura de pasamanos de 5,1 (2 pulgadas) y un diámetro de 3,8 cm (1,5 pulgadas) acomodarán a la mayoría de la población.


El dibujo superior muestra algunos de los datos básicos y da una visión de las zonas que intervienen en este problema. A pesar de que la escalera es algo tan antiguo como la propia arquitectura, no está de más repetir que son pocos los trabajos de investigación que ha merecido y que muchos de los requisitos vigentes son puras reglas empíricas que datan del siglo XVII.
En este tema, la relación huella/contrahuella es realmente importante. El dibujo inferior pone de manifiesto la relación, longitud planta del pie y profundidad de huella. El 95 % de los usuarios que calcen gruesas botas de invierno tienen una longitud de planta de 22,9 cm (9 pulgadas) o menor. La huella que normalmente se aplica tiene 24,1 cm (9,5 pulgadas), aunque sólo el 5 % de los usuarios tengan apoyo suficiente y de éstos, el de mayor longitud de pie, tenga que soportar
la incomodidad de que 12,7 cm (5 pulgadas) queden sin superficie de
apoyo. Obviamente, el problema se agrava cuando entre los usuarios hay personas de edad e imposibilitadas físicas.




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